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Cómo detener el tiempo

  • Foto del escritor: Belen Palermo
    Belen Palermo
  • 10 jun
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 11 jun

Toda persona que ha podido racionalizar el significado del paso del tiempo ha caído inevitablemente en una serie de cuestionamientos que van desde la degradación física, la búsqueda de sentido (y su consecuente existencialismo), las culpas, las miradas constantes al pasado, el temor al futuro y sopesa, aunque sea en una etapa de su vida, la obsesión irracional hacia la única certeza: la muerte. 


En mayor o menor medida, algunos de esos factores se despiertan con la toma de consciencia; un golpe en la nuca que te hace poner los pies sobre la tierra y experimentar un zamba de miedos con respecto a quienes somos y para qué vinimos.


Esta nueva alarma, un poco más filosófica, nos hace haber anhelado en alguna instancia una especie de extensión prolongada de los años. Qué increíble sería si… pudiese tener veinticinco años por tres décadas o que bueno sería vivir aproximadamente doscientos años. Por el momento la idea parece fascinante, ¿pero nos hemos llegado a plantear realmente lo que representaría estar presente en la historia cíclica del mundo? Invenciones tecnológicas, autores en renacimiento, revoluciones musicales, construcción de monumentos, vivencia de guerras, atentados, supersticiones y curas que hoy en día vemos jocosamente y que, en su época, eran la ciencia cierta. Los sucesos que el globo experimentó son vastos: desde el descubrimiento de los porqué hasta la ausencia de explicación ante ciertas atrocidades. 


Querer vivir mucho es como un sueño que también tiene sus consecuencias. Una utopía pensada y representada perfectamente en el libro “cómo detener el tiempo” de Matt Haig. No sólo porque aborda todos los tópicos antes mencionados, sino que entremezcla la historia de Tom -nuestro narrador principal- con detalles del pasado que merecen la pena ser leídos. 


Personajes, como Shakespeare, humanizados, a la par, que intervienen en el destino del protagonista. Dejandonos -a nosotros los lectores- con cierto gusto escéptico en principio, pero que nos baja a la realidad cómo ciertas personalidades históricas han sido idealizadas (o idolatradas), cuando en el fondo eran de carne y hueso como cualquier otro. De más está aclarar que, obviamente algunos de ellos han logrado dejar una marca de fuego en la humanidad -positiva y negativa, según de qué lado esté la vara-. 


Surfeando esta pequeña inconsistencia -digna de la ciencia ficción y de nuestra incredulidad- creo que Haig plantea o remarca más una serie de moralejas que desvía el foco de la tragedia hacia un nuevo signo de pregunta: ¿realmente queremos permanecer tanto? ¿Estamos focalizando lo que acontece frente a nuestras narices o vivimos en un constante viaje mental? 


El salto temporal no es magnífico, pero es oportuno, quizá bien delimitado para la cantidad de años y sucesos que el autor quiere exponernos, como una obra de relatos simultáneos que parecen ocurrir al mismo tiempo, pero que en realidad son causa y consecuencia del presente errante de Tom.


Este personaje, con una rara enfermedad, lleva vivo hace varios siglos y debe cambiar a menudo de país y de identidad para preservar su secreto. Pero entre tantas farsas, de repente decide que sólo quiere sentirse un hombre más. Así se instala en Londres, tratando de llevar una vida corriente, siendo profesor de Historia en un instituto de niños. 


El desenlace hace que uno visualice una película de Indiana Jones, con actores que parecerían ser buenos y resultan ser nefastos por su individualidad, pero el ritmo narrativo es preciso, rítmico y seductor. Una combinación que nos transmite liviandad al retomar la lectura. 


Es extenso, pero llevadero, y aunque nos encontremos ante el mencionado “lo que no es posible” estoy convencida de que a más de uno le va a germinar cierta duda sobre cómo está sobrellevando sus días. Porque al final, no se trata de la cantidad de años que estemos respirando, sino el nivel de lucidez frente a un presente que puede sentirse eterno y liberador; la clave y la verdadera forma de detener el tiempo. 



2 Comments


melisa.campagna
Jun 10

Gracias por esta reseña que no sabía que quería, necesidad de libro nuevo desbloqueada

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Belen Palermo
Belen Palermo
Jun 10
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Si un texto desbloquea lectura y ganas de crear, ya logré el cometido, gracias por leer 💫

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