Editorial desde la entraña
- Belen Palermo
- 20 oct 2023
- 2 Min. de lectura
Hace un tiempo vengo remarcando bastantes grises a mis elecciones, poniendo en la balanza lo oscuro, por encima de los logros. Es que de vez en cuando no entiendo la operativa de mi cerebro, cuando de repente se muda de contexto, cultura, país e idioma, y sin embargo, percibe qué nunca es suficiente, como si siempre faltara cinco para el peso.
Vengo masticando ese sabor, injustificado. Días y días de parla para adentro, choque de signos de pregunta y exclamación. Una recriminación que drena vida. Acá de vuelta la pelea con uno mismo, con subidas y bajadas, de las más a abruptas. Un montón de información que se procesa y no se expulsa. Quizá ya transformada en un grito de necesidad.
El colapso para la renegociación, la crisis para el aprendizaje. Muchas señales también diciéndome que los límites no eran tan difusos y que el "pero" más grande nacía de adentro mío. El imprevisto reconocimiento de mi valía, queriendo ganar terreno y la consecuente lucha ruin, inevitable, que se desata. En donde, posiblemente, me venza a mi misma, siendo la eterna perdedora. El boicot del cerebro, del espeso inconsciente.
Que precisión poder acceder a ese sentir. Me vuelvo ahora, vencedora de mis propias creencias, y me dejo en jaque. Empujándome a la verdadera incertidumbre, a lo nuevo y al vértigo de andar. Y qué, sí me cuesta un poco más, si tengo que sentarme un extra para valerme a la par del otro, con la virtud de la perseverancia, o la corrientemente terquedad.
Y en ese swich y ese movimiento, al compás de un reloj de arena, me entreveo esencia, irradiante. Y me enamoro del amor que me dedico y me miro con más compasión. En ese trance me realizo y reconstruyo las ganas, como si fuese mi propio motor. Engranaje de energía y chispazos creativos, lienzo de color. Y me permito crear lo que parecía inimaginable, el famoso inalcanzable. Ahora con forma, aunque inmaterial, pero con el peso de la persistencia. Una especie de pedazo trascendente, como el de una idea a la que le ha llegado su momento. Contundente y sabia filosofía la de Victor Hugo, que reconoce la magnitud de materializar lo que se gesta en lo interno.
Un algo que es idea,
una idea que se procesa,
un proceso arduo y demandante
y el concluyente parto del arte.
Agotador.
Ese es un poco el editorial de este relato, al que llamo vida.
Así me desgloso, insaciable de utopías y cambios, adicta a la perpetua adaptación.
La que aprendió a vivir de cabezas, siendo vencedora vencida de su propia lucha.
🖤