El arte en todas sus formas
- Belen Palermo
- 20 oct 2023
- 2 Min. de lectura
Blending session austral
Luces tenues y un ambiente expectante. El barullo de fondo, alejado del living como ecos armoniosos que acompañan el nacimiento de una nueva experiencia. Vinos escritos a mano, pipetas sutiles, lapiceras esparcidas, individuales que esperan ser intervenidos, copas y probetas alineadas. El escenario está plantado y se siente en el aire la ansiedad de las primeras veces, de lo desconocido.
El público observa las mesas instintivamente, queriendo asociar tantas piezas en un mismo concepto. De repente el vino se abre paso como un interrogante y un mundo basto por explorar. El reloj marca 20 horas y la voz de Flavia, la sommelier y propulsora del evento, irrumpe el divague de las ideas. La sutileza de su tono hace que todo se centre y el escenario parezca un encuadre patagónico de ensueño.
El hielo se rompe, y aunque algunos parecen conocerse de otras circunstancias, ahora se miran como si estuviesen a punto de embarcar a una nueva experiencia artística. Porque el concepto está claro: blending session conecta con las raíces de la creación. Ese momento en el que nos alejamos de lo ordinario, nos despojamos de las preocupaciones y volvemos a un espacio laboratorio, como en los viejos tiempos.
Un par de carcajadas, la introducción de los distintos varietales que podemos encontrar y la energía de las manos tomando nota, cada uno en su individual y en su propia aventura. El impacto es silencioso, pero evidente. Se percibe el caudal de la infancia que vuelve, brota, se dispara y desborda. La actividad que los empuja a conectar con su lado más puro. El de esbozar una sonrisa y descubrir “algo”, explosivo, como si fuesen pequeños exploradores.
Ahora todos hablan, efusivos, compartiendo lo que están haciendo, con un imperceptible “mirá lo que encontré”. Las hojas blancas se convierten en bricolajes con aureolas de color tinto. Cada una, distinta a la otra, pero respondiendo a una misma causa: distenderse, aprender y apelar a la memoria sensitiva de años y años de vivencia.
Se rememoran frutas, mermeladas, preparaciones de la infancia, la torta inigualable de la abuela, se entremezclan los recuerdos, algunas instantáneas del pasado y el paladar se pone alerta. Memoria olfativa y sensitiva se superponen, una a otra. Nadie sabe más que nadie porque todo se reduce a un punto en común, construir y asemejar un blend a través de la percepción.
Geraldine, el vino de autor de Flavia, engalana cada mesa. Honor a uno de los motores de su vida, puntapié principal de ideas y arte. La excusa de encuentro, introducción, curiosidad y viajes temporales a través de una copa, de un sorbo y aquellos anhelos que buscan ser concretados.
Como un blend, estamos constituidos de proporciones, algunas exactas y otras, incalculables. Un poco de vivencias, emociones, lo que fuimos y lo que podemos llegar a ser.
Las medidas justas para ser, como el vino y el arte, algo perdurable en el tiempo.
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