A salto de mata, crónicas de un fracaso precoz
- Belen Palermo
- 21 oct 2023
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 15 mar
A mí el libro me llama, muchas veces, por primera impresión.
Aunque intento no “juzgarlo por su portada”, hay algo indescriptible, en ese primer encuentro que me habilita las ganas o me las anula totalmente. Mi historia con Paul Auster se dio en una dialéctica así. Casual - inesperada.
Tengo el vago recuerdo de aquel impulso. Un momento en el que sólo que quería (y necesitaba) saciar mi sed de lectura. Y así, sin orientación ni pretensiones, di a parar con una de sus obras: «En el país de las últimas cosas». Una casa desmoronándose y un título que tocaba cierta fibra interna. ¿Por qué? Todavía desconozco los motivos.
Primer párrafo y ya estaba adentro. Lo había conseguido: me había comprado (y no al revés). Fui devorando así una gran cantidad de libros de su autoría, pasando por «la invención de la soledad», «el libro de las ilusiones», «la noche del oráculo», hasta llegar a esta joyita que podría describir como un texto que me dejó con gusto a punto suspensivo.
A medida que uno va rumiando las páginas se imagina cierto desenlace que no pasa (y eso es lo que me encanta del autor). Hay un recelo, una relación de amor y odio. Impotencia.
Un texto autobiográfico que, no sólo refleja los hitos más importantes en la vida del autor, sino que apela a la escritura como estilo de vida. Las letras despojadas de gloria y lujos. Un camino cuesta arriba, con más declives que ascensos y un empeño teñido de humanidad. Las ganas de seguir apostado con todas las perder.
Claramente hacer una valoración objetiva-pasiva de este libro me resulta cuasi imposible, porque Auster es un reflejo de los vicios y los tormentos de esta profesión expansiva, pero a la vez explosiva. Pero sin lugar a duda, si alguien es capaz de mantenernos en vilo, expectantes y rechinando los dientes, merece un lugar en nuestra lista de libros “pendientes".
Comments